Cuando el diagnóstico se pone encima de la mesa, todos los que estamos en contacto directo con los afectados de Alzheimer sabemos, que la enfermedad, es muy probable que lleve instalada en el cerebro antes de que el enfermo y las personas que lo rodean sospechen el debut de la misma.
La enfermedad avanza, y la plasticidad del cerebro, junto con las argucias del paciente para que no se noten los pequeños fallos de memoria que padece hacen que, muchas veces, el aspecto de la conducción se aborde en último orden.
En España no está regulada de ninguna forma la legislación a aplicar en este caso. Muchas veces, el enfermo desconoce que padece Alzheimer, y las personas que lo rodean le plantean el diagnostico de forma eufemística o edulcorada, que hace que él no sea consciente del peligro que supone que siga conduciendo, causando desasosiego en los familiares ante la preocupación que genera que el paciente siga realizando esta actividad.
Desde hace tiempo circula la idea de regular esta materia de alguna manera, pero la realidad es que no se ha llegado a nada definitivo.
La enfermedad avanza, y la plasticidad del cerebro, junto con las argucias del paciente para que no se noten los pequeños fallos de memoria que padece hacen que, muchas veces, el aspecto de la conducción se aborde en último orden.
En España no está regulada de ninguna forma la legislación a aplicar en este caso. Muchas veces, el enfermo desconoce que padece Alzheimer, y las personas que lo rodean le plantean el diagnostico de forma eufemística o edulcorada, que hace que él no sea consciente del peligro que supone que siga conduciendo, causando desasosiego en los familiares ante la preocupación que genera que el paciente siga realizando esta actividad.
Desde hace tiempo circula la idea de regular esta materia de alguna manera, pero la realidad es que no se ha llegado a nada definitivo.
Cada día que un enfermo de Alzheimer conduce su vehículo es muy elevada la probabilidad de que ocurra un grave accidente.
Algunos médicos plantean al paciente que no debe conducir, pero otros no dicen nada al respecto y dejan el tema en manos de la familia. Si en enfermo desconoce que padece Alzheimer, no comprenderá que le digan que no puede conducir si lo ha hecho durante muchísimos años. Si sale con su vehículo y se desorienta, se muestra dubitativo ante un cruce de caminos o una glorieta, y le pitan los demás usuarios, para él no tendrá importancia al día siguiente cuando vuelva a salir con su coche, pues no se acordará que el día anterior le pitaron y porqué motivo ocurrió.
Esta cuestión también se aborda en el documental “Bicicleta, Cuchara ,Manzana”. En el segundo 0,38 del trailer del film, se hace referencia a este aspecto. Si veis el documental completo, podréis descubrir que a pesar del debut de la enfermedad, Pasqual Maragall sigue conduciendo y considera que dejar de hacerlo es un paso más que da el Alzheimer en dirección opuesta hacia su lucha contra él, y así lo manifiesta “no quiero que la enfermedad me doblegue; que me arrincone y me deje en casa, sin moverme, NO”.
Para algunos expertos, parte de la solución del problema pasaría precisamente por diseñar exámenes específicos para los pacientes con Alzheimer o demencia que quisieran renovar su permiso de conducción, pero hasta que esto ocurra y se establezca como única forma de regular este aspecto, son los familiares los que deben consensuar la suspensión definitiva de la conducción en el enfermo.
¿Qué opináis acerca de la comunicación al enfermo de su incapacidad para conducir? ¿De qué forma creéis que debe abordarse el tema? ¿Creéis que debería abordarse desde un perfil médico aunque no se le comunicara al paciente el diagnóstico? Es decir, ¿debería ser el médico quién se lo comunique al paciente? Esperamos vuestras opiniones!!
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