Siempre que hablamos del impacto que tiene el #Alzheimer en el contexto del enfermo, nos centramos mayoritariamente en la huella que va dejando la enfermedad mientras ésta existe. Hoy vamos a calcular de una forma subjetiva la huella que deja cuando el enfermo ya no está.
Las piezas que componen el círculo cercano del enfermo de #Alzheimer deben regresar a su punto de partida una vez que la situación ha terminado.
Ahora bien, este punto de partida, ¿es el mismo tras la enfermedad?
Ahora bien, este punto de partida, ¿es el mismo tras la enfermedad?
La huella que deja el #Alzheimer, ¿es la misma para todas las personas cercanas?
Con respecto a los cuidadores (sobre todo los principales) que han dejado su vida en espera para dedicarse al enfermo, se suceden situaciones complejas cuando éstos quieren retomar las riendas de su vida y no siempre encuentran el mismo escenario que dejaron. Haciendo alusión al empleo, por ejemplo, si han abandonado un trabajo o reducido la jornada laboral para cuidar del enfermo, pueden encontrarse desactualizados en caso de que necesiten buscar un nuevo empleo, o simplemente, y dadas las condiciones de acceso al mercado laboral, son incapaces de encontrar trabajo. Con respecto al plano personal, afectivo y de ocio del cuidador principal de un enfermo de #Alzheimer, es habitual que la persona haya aparcado todas aquellas actividades que realizaba antes de la enfermedad y tenga sentimientos encontrados al retomar éstas (culpabilidad, contradicción, sentimientos agridulces, extrañeza…etc.)
Puede existir a menudo una depresión, vacío emocional o tristeza añadida al duelo, causada debido a que los cuidadores no saben cómo llenar el tiempo que antes dedicaban al cuidado del enfermo. Es necesario que vayan tomando conciencia de la nueva situación, una vez elaborada la etapa de duelo, para poder dedicar tiempo a las parcelas de su vida que tenían olvidadas. Los sentimientos de culpa por disfrutar del ocio o de actividades atractivas son habituales en cuidadores principales que han estado durante un largo periodo ocupándose de una persona dependiente.
En la familia la huella de la enfermedad se vislumbra diferente, según siempre de la relación que haya existido con el enfermo. Si éste ha residido en el domicilio familiar, las personas más implicadas emocionalmente siempre serán las que hayan compartido la vida con él, pero en este caso, cada uno de los miembros del domicilio irá paulatinamente retomando la vida tal y como era antes de la enfermedad en mayor medida y más rápidamente de lo que lo hará el cuidador principal.
Otra huella difícil de borrar queda en los familiares de enfermos de #Alzheimer cercanos. Es probable que el enfermo esté institucionalizado con otras personas con su misma enfermedad, por lo que lo sucedido afectará también a los familiares de los demás enfermos, independientemente de la fase que éstos estén atravesando. A menudo, en una institución dedicada al cuidado de enfermos de una misma patología se dan inevitables comparaciones entre familiares, identificaciones con la fase-situación en la que se encuentran los enfermos cercanos, etapas de duelo por personas próximas, y una solidaria empatía por comprobar que se comparten situaciones similares en forma, espacio y tiempo.
Es indudable que la huella de la enfermedad se va construyendo a medida que ésta avanza y es también cierto que la que deja tras su paso es dura e imborrable.
¿Habéis valorado alguna vez los que sois cuidadores o conocéis un caso cercano cómo es la huella que deja la enfermedad tras su paso? ¿Creéis que esta huella sería mucho menos profunda si los avances médicos nos permitieran vislumbrar sino una cura, una forma efectiva de frenarla enfermedad?
Dejadnos aquí vuestros comentarios y no os olvidéis de darnos un Me Gusta si os ha parecido interesante este post.
Con respecto a los cuidadores (sobre todo los principales) que han dejado su vida en espera para dedicarse al enfermo, se suceden situaciones complejas cuando éstos quieren retomar las riendas de su vida y no siempre encuentran el mismo escenario que dejaron. Haciendo alusión al empleo, por ejemplo, si han abandonado un trabajo o reducido la jornada laboral para cuidar del enfermo, pueden encontrarse desactualizados en caso de que necesiten buscar un nuevo empleo, o simplemente, y dadas las condiciones de acceso al mercado laboral, son incapaces de encontrar trabajo. Con respecto al plano personal, afectivo y de ocio del cuidador principal de un enfermo de #Alzheimer, es habitual que la persona haya aparcado todas aquellas actividades que realizaba antes de la enfermedad y tenga sentimientos encontrados al retomar éstas (culpabilidad, contradicción, sentimientos agridulces, extrañeza…etc.)
Puede existir a menudo una depresión, vacío emocional o tristeza añadida al duelo, causada debido a que los cuidadores no saben cómo llenar el tiempo que antes dedicaban al cuidado del enfermo. Es necesario que vayan tomando conciencia de la nueva situación, una vez elaborada la etapa de duelo, para poder dedicar tiempo a las parcelas de su vida que tenían olvidadas. Los sentimientos de culpa por disfrutar del ocio o de actividades atractivas son habituales en cuidadores principales que han estado durante un largo periodo ocupándose de una persona dependiente.
En la familia la huella de la enfermedad se vislumbra diferente, según siempre de la relación que haya existido con el enfermo. Si éste ha residido en el domicilio familiar, las personas más implicadas emocionalmente siempre serán las que hayan compartido la vida con él, pero en este caso, cada uno de los miembros del domicilio irá paulatinamente retomando la vida tal y como era antes de la enfermedad en mayor medida y más rápidamente de lo que lo hará el cuidador principal.
Otra huella difícil de borrar queda en los familiares de enfermos de #Alzheimer cercanos. Es probable que el enfermo esté institucionalizado con otras personas con su misma enfermedad, por lo que lo sucedido afectará también a los familiares de los demás enfermos, independientemente de la fase que éstos estén atravesando. A menudo, en una institución dedicada al cuidado de enfermos de una misma patología se dan inevitables comparaciones entre familiares, identificaciones con la fase-situación en la que se encuentran los enfermos cercanos, etapas de duelo por personas próximas, y una solidaria empatía por comprobar que se comparten situaciones similares en forma, espacio y tiempo.
Es indudable que la huella de la enfermedad se va construyendo a medida que ésta avanza y es también cierto que la que deja tras su paso es dura e imborrable.
¿Habéis valorado alguna vez los que sois cuidadores o conocéis un caso cercano cómo es la huella que deja la enfermedad tras su paso? ¿Creéis que esta huella sería mucho menos profunda si los avances médicos nos permitieran vislumbrar sino una cura, una forma efectiva de frenarla enfermedad?
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